«El silencio está poblado por innumerables seres: en los bosques, los lagos, los océanos, las montañas, y bajo tierra también, el Creador ha situado habitantes por todas partes. Incluso el fuego está habitado, el éter, el sol, las estrellas, todo el universo está habitado. Entonces, donde quiera que vayáis, a las montañas, a los bosques, a las orillas de los ríos, a los lagos o a los océanos, si queréis manifestaros como un hijo de Dios que aspira a una vida más sutil, más luminosa, no turbéis el silencio de estos lugares. Mostraos conscientes de la presencia de las criaturas etéricas que los habitan. Cuando os acerquéis a ellas, empezad por saludarlas, testimoniadles vuestro respeto, vuestro amor, y pedidles que os den sus bendiciones. Maravilladas por vuestra actitud, estas criaturas, que os perciben desde lejos, acudirán a derramar sobre vosotros sus regalos: el gozo, la luz, el amor, la energía pura. Y volveréis a vuestra casa con un sentimiento más vasto de la vida.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Cruz de Ferro, Camino de Santiago, 20 mayo 2015 (cortesía de Berta Grasset)