Aïvanhov nos recuerda hoy la importancia de trabajar sobre nosotros mismos.
Es el gran despertar: trascender el limitado mundo del yo, de la personalidad, de lo mío, para abarcar un panorama mayor.
Es cierto que el trabajo sobre uno mismo dura una vida y muchas vidas, pero los resultados son inevitables.
El que contacta su alma a través del trabajo interior se convierte en escultor con mayúsculas, en emisor de armonía y algún día de luz.
Se trata de un trabajo necesario e intransferible, y es el único trabajo capaz de regenerar la humanidad.
No deberíamos tener excusas para retrasar este trabajo ni un día más.
Debemos ser el ejemplo del que hablamos y en el que soñamos.
Se nos han dado herramientas poderosas que apenas utilizamos: la llamada a ser artistas verdaderos sigue viva.
Nuestra Enseñanza puede resumirse en una sola palabra: creación. Sí, crear, pero ¿crear qué? ¿Cuadros y estatuas? ¿Trabajar sobre lienzos, madera o mármol? No, trabajar en uno mismo. Porque ésta es la verdadera materia prima: uno mismo, nuestra propia materia. Un escultor hace algunas estatuas, muy bien, pero cuando le miráis, cuando observáis su actitud, su rostro, veis que jamás ha tratado de esculpirse a sí mismo: sólo es una materia bruta.
¡Cúantas personas os mostraran sus pequeños cuadros, sus cancioncillas o sus poemas que sólo reflejan desorden interior. ¡Estamos hartos de todos estos artistas! ¿Dónde están los artistas verdaderos, dispuestos a comenzar el trabajo verdadero, a modelarse a sí mismos interiormente? Éste es un trabajo desconocido e inédito, pero es el trabajo del futuro.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: niña durmiendo en la ventana de su colegio, en el rural Nepal, foto de José Diaz