Hoy el ejemplo del cristal nos llama a ser puros.

La materia, se nos sugiere, puede convertirse en luz pero también puede densificarse más y más.

Dentro nuestro está un diamante inerte y oscuro, que podemos activar.

Su opacidad o brillo irán poco a poco conformando la opacidad o brillo de nuestra materia y del aura que la rodea.


Los pensamientos y sentimientos oscuros invaden a la humanidad.

Pero cada ser humano puede elegir primero visualizando y luego viviendo un mundo puro y descontaminado.

Si, el trabajo en nosotros es la verdadera alquimia porque a pesar de los tropiezos el diamante está destinado a brillar.

«El cristal proviene de la tierra. ¿Cómo ha conseguido salir de sus espesas y oscuras entrañas una materia tan nítida? Y éste es el trabajo que nosotros debemos realizar en nuestro corazón mediante la transmutación de nuestros sentimientos y de nuestros deseos egoístas. ¿Cómo? En primer lugar, mediante la imaginación. Dado que la imaginación es un poder, ¿por qué no servirse de ella para hacer penetrar en nosotros la pureza del cristal?

Diréis que esto seguirá siendo imaginación. No, todo lo que imagináis puede convertirse en realidad. Porque cuando hayáis sentido esta pureza, ya no podréis soportar los sentimientos y los deseos oscuros. Cuando os visiten, seréis alertados de inmediato y seréis empujados a reaccionar para reemplazarlos por sentimientos más generosos, más desinteresados que os aliviarán. Entonces, imaginad que sois transparentes como un cristal: poco a poco, vuestros cuerpos etérico, astral y mental se volverán verdaderamente transparentes y las corrientes celestiales pasarán a través vuestro como la luz pasa a través de un prisma para descomponerse en siete colores.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: campo en Cercedilla
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