He aquí que un día la oscuridad se percató de que la luz le estaba robando más terreno y entonces decidió ponerle un pleito. Tiempo después, llegó el día fijado para la vista. La luz se personó en la sala antes de que lo hiciera la oscuridad. Llegaron los respectivos abogados y el juez. Pasaban los minutos pero la oscuridad no se presentaba. Todos esperaron pacientemente, pero la oscuridad no aparecía. Finalmente, el juez, ya harto, falló a favor de la luz. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo era posible que la oscuridad hubiera puesto un pleito y no se hubiera presentado? Nadie salía de su asombro, aunque la explicación era sencilla: la oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar porque sabía que sería disipada por la luz en el acto.

“Los mejores cuentos espirituales para la vida diaria”, de Ramiro Calle, Editorial Kailas, 2010