Cuando estás presente, la vida entera se revela como un canto de gloria. Cuando estás ausente, la vida es un sucederse de eventos que te llevan de un lado a otro, dejándote una sensación de vacío, de sin razón. La vida moderna, que es una vida de consumo, ante la ausencia de quien la habita, busca llenar con cosas lo que sólo se puede llenar con vida. Y así, el habitante de cualquier ciudad de nuestro mundo moderno deambula por sus calles buscando qué comprar, qué desear, por qué luchar, para sentirse que vive, sin darse cuenta que para vivir no se necesita consumir sino estar presente.

Todo se resuelve con la Presencia. Y la Presencia eres tú, el verdadero, el real, no la copia o el modelo en serie de las pasarelas de moda, sino el que vive en tu cuerpo, el morador de tu mente y sentimientos, tu verdadero ser.

Hay momentos en los que uno se pregunta, ¿dónde estoy? Y cierra uno los ojos para buscarse y la mente no deja de emitir imágenes, una tras otra sin parar. Uno se fastidia, abre los ojos y deja de meditar. O se hace cómplice y empieza a crear imágenes mentales de acuerdo a las creencias para por lo menos hacer un servicio, creando en los éteres mentales humanos impulsos que ayuden a otros a conseguir el sendero de servicio, un sendero que al ayudarnos a todos, mejora la vida y nos quita las pesadas cargas de egoísmo y maldad en las que a veces nos encerramos y nos ausentamos más.

Cada quien trabaja desde donde puede, y cada servicio es válido para aquellos a los cuales va dirigido. Ante la infinita gama de canalizaciones que viajan por el espacio cibernético uno se pregunta, ¿será que los Maestros no tienen otra cosa que hacer que comunicarse? Pero hay que reconocer que ésta es la pregunta de una mente analítica y crítica, la típica mente del que tiene que trabajar mucho rompiendo esquemas mentales para poder estar presente.

Hace algún tiempo esto me preocupaba, ahora lo celebro, porque cada una de esas canalizaciones va a un número de seres que les sirve y utilizando esa información dan pasos adelante en la vida. Aunque sean pasos ascendentes en el astral, ascienden y el que toma el camino ascendente en la conciencia, un día, tarde o temprano, llegará a la Presencia.

La vida es un aprendizaje, y cuando aprendemos a distinguir por vibración, que es, podríamos decir, distinguir por el olfato, se puede reconocer la procedencia de la inspiración y utilizarla de acuerdo a la necesidad del momento. Ésa es la clave. Más que otra cosa hay que desarrollar el olfato, reconocer por vibración. De ahí la importancia de estar al lado de un ser que habita en la Presencia porque nos enseña, sin palabras, a reconocer la vibración maestra porque nos la da. No es lo mismo hablar de agua que mojarse, o saber todo lo de la naranja que comerla. La experiencia, la vivencia es la más útil de todas las enseñanzas, la que se graba, la que no se olvida.

En un mundo de espejismo se asciende de un espejismo más denso a uno más sutil. Por lo tanto podemos afirmar que hay espejismos útiles creados por los Maestros como escalones a través de los cuales sus discípulos ascienden para algún día llegar a la Presencia, ser la Presencia, la Presencia que habita el presente que es, como decía Conny Méndez, brillante, radiante, sin tiempos, ni limitaciones, sin edad … que es parte del océano de luz purísima donde tiene su vida todo lo que contacta tu ser …

Lo que no podemos hacer es quitarle a alguien su espejismo si no es capaz de ascender a nuestra creencia, que puede ser también un espejismo que llamamos “realidad”. Cada cosa que nos sucede tiene un motivo, una enseñanza, una verdad oculta. No hay que olvidar que cada espejismo vela una verdad. Por ejemplo, el espejismo de la solidez de la materia proviene de una gran verdad, que la materia es energía y por lo tanto, la percibimos como sólida, porque materia y energía son intercambiables. Los mundos de los reflejos, el del intelecto, las emociones y el cuerpo, son mundos que reflejan una Verdad. El intelecto es el reflejo de “manas”, el Pensador; el mundo de las emociones es un reflejo del Búdico, el mundo de la intuición y del amor divino y el físico es el reflejo de Atma, el plano de los arquetipos sagrados, del Prototipo divino, de la Voluntad. Son proyecciones de una Verdad, y tienen oculto la clave de la liberación y retorno al mundo desde donde se proyectan.

Cuando la creencia, el espejismo, tiene, ciertamente, marcado el camino descendente, el camino que degenera, densifica, degrada, esclaviza, podemos intervenir para disolverlo utilizando todas las técnicas de disipación y estaremos haciéndole un servicio a la vida.

Mirando los cuadros de Nicholas Roerich parece que estuvieran hechos para que, a través de su belleza, uno hiciera contacto con la Presencia. Uno puede penetrarlos y entrar en otros estados de conciencia más sutiles y con más grado de verdad que lo que puede aportar la mente y sus interminables detalles. Como la tela de una araña, la mente va tejiendo y tejiendo. La araña no se enreda en su tela, pero la mente queda atrapada y si no se cuida, queda incapacitada por sus mismos hilos. Hay que saber cuando parar de tejer para disfrutar de la tela y desde allí, desde el conocimiento, buscar la sabiduría y desde la sabiduría, la Presencia.

“Maestro, una vez te pedí tu Sabiduría, ahora te pido Tu Presencia. En ella está contenido todo. Bendíceme, mírame y seré la Presencia. Y aunque vuelva a mi estado personal de separación, para poder seguir viviendo en este mundo de espejismo, habrás dejado una huella indeleble en mi corazón, certera, ígnea, que será, de ahora en adelante, el sendero que recorreré, el sendero de la Presencia, el sendero del Fuego, el sendero del “Yo Soy”.

Con amor profundo, Carmen Santiago
fdnpcaracas@yahoo.es

“Mi deber ser es el presente.
Soy como el árbol (los árboles mueren de pie)
Soy como el águila,
Mi alma busca los espacios del cielo eterno.”

José Godoy