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Hay una gran rectitud y amabilidad sincera en la gente del Albergue católico. Hay unas maneras fraternas entre los peregrinos, que conjugan las responsables con una muy eficaz organización. No es ningún alarde afectivo, es un servicio real y efectivo de acogida el que proporcionan a unos precios muy asequibles.

Algo de esto daría pie a una reflexión más profunda que no es posible aquí abordar. Me refiero a la cuestión de una futura mayor integración entre los seguidores de Cristo dentro y fuera del cristianismo. Hay una búsqueda genuina, una entrega real entre estas paredes, entre la gente de este albergue-convento. Más allá de las palabras, la acogida es una actitud que antecede a la unión. Aquí nadie pide a nadie carnet de bautismo. Eso les engrandece. A la vista de estos signos no puede estar lejos el día de la confraternización entre los servidores de aquel Amor que encarnó aquí hace 2000 años.

No se puede acelerar ni precipitar lo que necesariamente lleva sus ritmos, sus tiempos indispensables, pero también es cierto que hay que ir preparando las condiciones con actitudes más flexibles, con abrazos más anchos, con comprensión más y más abarcante… Es cierto que los tiempos de la conciencia y su avance, no son los tiempos de la ansiedad, pero también que en aras de la unión en la diversidad de los servidores/as del mundo de uno y otro signo, hay que echar el resto.

A veces quisiéramos ver esa unión ya consumada. Al fin y al cabo ya estaba anunciado ese acercamiento por el propio Maestro Tibetano. Nos toca hacer lo posible con respeto, con tacto, con comprensión y ayuda mutua. Tal como nos anunció este Maestro y Profeta para nuestros días, el proceso de integración de entre los servidores del Cristo, vendrá también acompañado por el acercamiento a los hijos del Buda y el resto de las filiaciones espirituales verdaderas, es decir, vocacionadas a la entrega. Vivimos el momento de la suma del mayor número de corazones y voluntades y aquí en la vieja Jerusalem me siento uno con estas hermanas que hacen tan grata la estancia, que nos regalan tan bellos cantos… Si hay paz en Jerusalem, ella será en el mundo entero. Por más que nos duela, podemos observar que las comunidades árabe y judía están aún muy distantes. Sea el fuego del amor irradiante de una humanidad más unida, el que acabe por ablandar los corazones aún endurecidos de esta tierra bendita.

La primera sorpresa del día venía hoy nada más salir del albergue. África alegre, jovial, desbordada y desbordante bajaba por la Vía Dolorosa. Solo África podía convertir esa vía de dolor en camino de alegría y resurrección. No sé de qué país venían. Era un grupo numeroso de hombres y mujeres de color, con sus llamativos ropajes, que cantaba con una fuerza arrolladora. Así que me sumé a la comitiva. Marché con África Vía Dolorosa abajo cantando y liberando con ellos esa arteria de su sufrimiento.

 

Bueno… se caen los ojos y además mañana supermadrugón. Solo mentar el tour con el bus turístico de la mañana que permite divisar Jerusalem desde sus más diversas colinas cargadas de sagrada historia. Quizás la sorpresa es que uno no imagina que el Gobierno va a aprovechar esa visita turística para el adoctrinamiento ideológico. Pensaba que esos pinganillos estarían libres de la propaganda gubernamental… Nadie pone en duda la valentía de los soldados israelís que cayeron en todas las batallas que se narran, pero valientes los habría también detrás de las otras banderas.

A la tarde entrevista con la arpista Ina Lev Or. Agentina de origen, lleva ya más de veinte años en Israel. Esta mujer madura de edad y conciencia, tiene desiertos a sus espaldas y las cuerdas de un arpa mágica entre sus dedos. Estuvo viviendo dos años junto a los beduinos hasta que un fuego acabó con su tienda, su arpa, sus recuerdos…. Aquel bautizo de fuego la invitó a nacer a una nueva vida. Por no quedarse con nada, ni siquiera salvó el nombre. Fue a la mar y se bañó. De entre las olas calmas ganó la orilla una mujer nueva… Pero bueno, eso ya es historia a contar otro día en mejores condiciones.

Abrazo fuerte y fraterno desde esta tierra bendita…

Koldo Aldai, 18 enero 2012