«Cuanto más miedo tienes, menos vale tu vida» (La Vanguardia 13-02-2011)

Aung San Suu Kyi ocupa desde hace mucho tiempo un lugar entre las personas coherentes. Nos llega casi siempre su mirada calmada, aún en medio del torbellino. Habla con enorme sabiduría budista, que tanto valora la correcta palabra. No en vano vivió en Bhutan, que todavía nos recuerda al Shangri La posible.  Es mujer, y ello quizás le dota de un plus de sabiduría. “Nuestras palabras deben provocar armonía entre los seres, ser amables y beneficiosas”, dice.  Y es cierto: cada vez más necesario. Como bien dicen las antiguas enseñanzas vedantas, las palabras son como flechas, una vez que dejan el arco ya no pueden ser recogidas y quizás hieran y maten allá donde nunca deberían haber llegado. Algunas palabras, como algunas flechas, deberían permanecer siempre en el carcaj. El ejemplo de esta mujer no es distinto al de Mandela. Para muchos millones de seres humanos, su ejemplo ilumina. Conforta su energía, su presencia.  Llama a los seres humanos a ser libres, a perder el miedo, a ser responsables. Ya lo dijo Jesús, al que con frecuencia recordamos (y también añoramos) en este espacio: “No temáis, yo he vencido al mundo”. Cada uno de nosotros tenemos que ir avanzando en esa reconquista que Aung Sang Suu Kyi nos propone.

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