«Las entidades celestiales aman la luz, y cuando perciben a un ser rodeado de esta luz que la Ciencia iniciática llama el aura, corren hacia él.
Si os pregunto: «¿Deseáis verdaderamente el amor, la paz, la salud, la belleza?» todos responderéis: «¡Sí, sólo queremos eso!» Pero entonces, ¿qué hacéis para obtenerlos? Todas las bendiciones no pueden venir a vosotros así, por casualidad. Trabajar sobre el aura es el mejor medio de atraerlas: con vuestro amor la vivificáis, con vuestra sabiduría la ilumináis, con vuestra fuerza de voluntad aumentáis su poder, con vuestra pureza la hacéis cristalina y transparente. Incluso si no hacéis ningún ejercicio de concentración para formar los colores de vuestra aura, sólo trabajando para alimentar en vosotros vuestras virtudes divinas, atraéis todos los colores magníficos que le corresponden. Entonces, las criaturas celestiales que irán a bañarse en ella, os aportarán sus presentes, y a vuestro lado los humanos se sentirán aliviados, reforzados, arrastrados hacia una dirección divina.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Paisaje en Toledo abril 2016 (cortesía de Carchín Oriol)