Nuestro futuro es ser la humanidad. Nuestro futuro es sabernos hijos del mismo Dios, celebrar una única religión, las mismas fechas sagradas serán días de silencio, alineación y meditación para todos los hombres. Conocer la meta inspira, inspirados seremos inquebrantables en la siembra.
Los acontecimientos recientes en relación a las viñetas sobre Mahoma publicadas en Dinamarca y en 15 países europeos en días sucesivos, que desembocan en la petición de Irán de reunir a la conferencia Islámica para tratar “el ataque organizado contra el mundo musulmán” son una invitación a meditar sobre la ofensividad y la susceptibilidad, así como sobre la naturaleza de lo divino y nuestra naturaleza humana.
“Nadie puede hacernos sentir inferiores sin nuestro consentimiento”, decía Eleanor Roosevelt, efectivamente así es. En la medida en que nos conozcamos, nos aceptemos y nos amemos la necesidad de competir, demostrar y luchar dejará paso a la capacidad de colaborar, compartir y comprender.
En la medida en que nos volvemos menos susceptibles aumenta nuestra sensibilidad, la sensibilidad es otro nombre para la consciencia, la consciencia es la capacidad de aprender, de resonar con otros y con todas las manifestaciones de la vida. Cuando resonamos adquirimos empatía, el otro no es alguien ajeno, es una parte de nosotros, ese es el camino de la inofensividad.
Inofensivo el que comprende, inofensivo el que puede ver con la mirada de su hermano y puede hacer carne, y sangre, y vida la verdad de que toda verdad es relativa, es decir contextual. Cuando podamos ver la vida como un adolescente al hablar con el hijo, como una búsqueda al hablar con el científico y como un poema al hablar con el artista, sabremos adecuar nuestras palabras a nuestro interlocutor y habremos ascendido a la verdad. La verdad siempre incluye, acerca, simplifica y libera. La verdad contiene bondad y belleza y sirve a la justicia. La verdad ordena.
Cuanto más sagrado sea algo, más indestructible es. Mahoma fue un discípulo enormemente avanzado, dañarle no sería posible, como no es posible dañar a Jesús, ni a Buda. En el camino hacia la conquista de lo divino debemos conquistar lo humano primero, pero sin olvidar la meta. La meta inspira. La divinidad hace parte del potencial humano, lo demostró Mahoma, lo demostró Buda, lo demostró Jesús. La divinidad puede y debe ser conquistada. Comencemos por el primero de sus tres aspectos: la paz, comencemos ya.
Aleikum as salaam.Te deseo la paz.
Isabella Di Carlo
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