Debido a las faltas que ha cometido en sus encarnaciones precedentes, el hombre debe padecer su destino; los hindús dicen que se tiene que pagar un karma. Pero esto no significa que no pueda reaccionar….  Por el contrario, debe combatir con las armas del amor y de la luz, a fin de triunfar sobre su destino y entrar en la orden de la Providencia. Desde ese mismo momento, ya no hay destino para el hombre que ha llegado a vivir en la luz. Ha cambiado de plano, las leyes ya no son las mismas, ha salido del mundo de la fatalidad para entrar en el de la gracia.

Las semillas de la felicidad, Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), p. 125. Ediciones Prosveta. Foto: Red Canyon, Sedona, Arizona, original de Diane Harvey