En Galilea todo era más fácil. Apenas un poco de músculo en la imaginación, apenas completar el cuadro, añadir unas túnicas de lino blanco, una Presencia entre las presencias, unos amigos de calmo y sereno movimiento…

Allí no es difícil sacar del escenario lo que le sobra para ser Escenario. No es complicado sacar de esas carreteras algo de gris y polvo para que devengan Camino. No es mayor salto volver para atrás, cuando aquello fue un eterno Presente.

Allí, aún hoy, todo ancho, todo soleado, casi verdadero. Allí no hay cuidado de frustración, como en Belén u otros escenarios desolados. ¿Y si las frías aguas del cercano Jordán aún pudieran lavar, aún mantuvieran su poder bautismal, su facultad regeneradora? ¿Y si ese caudal aún cristalino, aún corriendo por virgen cauce, nos ayudara, al igual que entonces, a abrazar una vida más pura, más noble…?

Sería desmesurado orgullo afirmar que frente a ese Lago de inmensa paz nos alcanza el recuerdo. Sí, quizás sí, recuerdo de todas las veces que nuestra alma aspiró, con desbordante fuerza, ser unos pasos más tras Sus Pasos, recuerdo de cuantas veces nos quisimos sentar entre esas piedras, entre Sus Enseñanzas sublimes, frente a ese Mar único. Sí, recuerdo de cuantas veces nos propusimos dejarlo todo para seguirLe, de cuantas ocasiones quisimos callar y correr, de día y de noche, sin descanso en pos de Su Eco.

Siento que el peregrinaje no desembocaba en ninguna antigua y cargada fachada, ni en el mostrador de ningún cura ortodoxo blindado de negro y vendiendo tickets… El viaje debía culminar ante ese Sol de eterna vida cayendo sobre el Mar de Tiberíades. Siento que el viaje ha sido para avivar allí el más hondo recuerdo, para resurgir la memoria de cuantas veces suspiramos acompañarLe.

Doy por buenos todos los kilómetros hasta esas orillas sagradas, doy por bien empleadas todas esas tardes desgranando y compartiendo con vosotros/as, siquiera precipitadamente, impresiones y sentires… Cede ya un día largo que arrancaba a las 4.30 de la maana, pero antes de rehacer de vuelta la senda de Galilea por el atajo del sueño, antes de tirar este cuerpo a descansar, quería invitaros a descubrir un día esas aguas bíblicas, ese Mar cargado de milagros de entonces, desbordado aún de milagrosa belleza ahora.

Koldo Aldai, 20 enero 2012