“Uno de los soldados, perseguido muy de cerca, y aparentemente sin su rifle, se paró de repente, se dio la vuelta, alzó su mano derecha y puso su mano izquierda en el bolsillo de su gabán. Según lo hizo, Feuchtinger le clavó su bayoneta. “Veo su sangre enrojecer su uniforme, le escucho llorar y gemir según se retuerce con la bayoneta insertada en su joven cuerpo. Estoy paralizado por el terror. Me tiro hacia delante, me arrastro hacia él queriéndole ayudar. Pero está muerto. Retiro mi bayoneta llena de sangre del cuerpo muerto. Al querer unir sus manos, veo en su mano izquierda una foto arrugada de su esposa y su bebé”.
Martin Gilbert, el gran historiador, recoge esta escena narrada por el soldado austriaco Friedich Feuchtinger cuando el 23 de agosto de 1914, en el frente del este, acabó con la vida de un soldado ruso. Aparece en la página 44 de su libro “La Primera Guerra Mundial”, que editó después del celebrado “La Segunda Guerra Mundial”. La escena se repite una y otra vez, quizás ahora en Siria o en otros lugares del mundo.
La traemos a colación en estos días ya de primavera en la que en algunos medios de comunicación y círculos de poder y opinión se habla de una posible “guerra preventiva” contra Irán. La experiencia de las guerras de Irak y Afganistán, ésta última sin haber concluido, pone una vez más en la mesa la futilidad de las guerras y el infinito horror que generan, que solo puede empezar a mitigarse cuando se pasa una generación.
En perspectiva, la Primera Guerra Mundial es uno de los conflictos más absurdos conocidos por la Humanidad. A nadie interesaba la guerra, y sin embargo media docena de hombres decidieron que la guerra era imparable… La de Irak no ha sido muy distinta, y la de Afganistán, a pesar de ser presentada como la “guerra buena”, no ha conseguido ningún objetivo claro pues los talibanes a los que se quería castigar y erradicar estaban refugiados en Pakistán y previsiblemente volverán al poder cuando las fuerzas del ISAF abandonen en país.
Urge, a los que tienen capacidad para ello, buscar una solución pacífica al conflicto en ciernes. ¿Tendrán también voluntad?
JT, 25 marzo 2012