Laura Esquivel nos revela el sentido profundo de su obra
Vestida de peripuesta señora, acorazada en su enorme abrigo oscuro, la «dama del incienso», tal como le llamaban sus amigos americanos, se dirigió a la mesa del hall del hotel barcelonés, donde habíamos concertado la cita. Por un instante pensamos que entre alarde de decoración, relojes midiendo el encuentro e incómoda distancia impuesta por los artificios de rigor, la entrevista quedaría lastrada por inevitable vanalidad.
Cuando se nos acercó Laura Esquivel sin cálido humo de incienso para anunciarla, con premeditada elegancia y paso entorpecido por enormes tacones, por un momento creímos que el encuentro con la escritora mexicana se limitaría a divagar sobre unas hojas de cilantro más arriba o más abajo en la receta del guacamole.
Pero su primera y desbordante sonrisa deshizo de golpe todos esos equivocados augurios. Frente a esos ojos empeñados en brillar bajo poblada cabellera, frente a esa mirada que vertía ternura y entusiasmo en generoso e igualado gramaje, enseguida supimos que nos serían susurradas nuevas recetas. La dama de negro intuyó nuestro interés por otros colores y proporciones y así fue como nos introdujo, más allá de la alquimia de los pucheros, en la alquimia profunda de la vida.
Con sus respuestas cada cual más encendidas, íbamos descubriendo en la popular escritora la escondida fórmula de quien por encima de tabúes y estereotipos, ha logrado aunar lo aparentemente opuesto. Nos confió esa valiente química de cocinar en el propio puchero ingredientes supuestamente irreconciliables: soledad y selva de asfalto, dolor y perdón, crisis y esperanza, tradición y nuevas tecnologías, tortitas y hamburguesa,… Todo ello a fuego lento, todo ello cocido con un humor insobornable. Con palabra dulce y la vez convencida y vigorosa, Laura Esquivel nos fue revelando secretos de esa alegre magia suya, magia creadora que día a día seduce a lectores, conquista fronteras y se traduce a nuevos idiomas.
– Su novela «La ley del amor», en CD; Laura Esquivel en cantidad de webs de Internet… ¿Qué tal casan revolución culinaria y revolución digital?
– No sólo se pueden compaginar, sino que se hacen complementarias. Evidentemente no todo el mundo usa los avances tecnológicos adecuadamente, pero la revolución digital conlleva evidentes ventajas. Nos da la posibilidad de permanecer en nuestra propia casa trabajando. Crea y nos regala además un tiempo para nosotros mismos que después podemos invertir donde queramos.
-¿Y revolución digital y revolución interior?
Hay que sacarle provecho a las nuevas tecnologías. De pronto no las entiendo, no sé como usarlas, pero eso es otra cosa. A mí no me dan miedo. Nosotros somos una generación de multimedia. Estos avances están omnipresentes. Sin embargo hemos de evitar olvidar esa parte espiritual, esa parte de nosotros mismos que no es materia. La cuestión está en cómo utilizar todos estos adelantos para que nos nutran el alma, para que ésta no se pierda y naufrague entre aparatos.
Los nuevos aparatos nos acercan una magia impresionante. Mismamente la fotografía, el hecho de que pueda quedar grabado en un papel un trozo de realidad es un hecho absolutamente misterioso. No alcanzo a entenderlo.
Yo trabajo con computadora pero siempre siento que no sé dónde está lo que escribo. Me da la sensación de que puede encontrarse como en el éter y que se puede perder. Así que a diario tengo que imprimir lo que redacto. Soy muy paranoica, tengo que verlo. ¿Si no, dónde está? La tecnología realza la magia de cuanto nos rodea, pero ha sido tan grande y rápido este desarrollo que a veces el alma no alcanza. La gente se está dando cuenta de que ha llegado el momento de recuperar su mundo íntimo, su mundo sagrado. Entonces es preciso detenernos un poco y darle tiempo a que esa alma nos pueda alcanzar y así juntos poder seguir. De lo contrario estamos perdidos.
Filosofía culinaria
– Aldea global, comercio global, mesa global… y sin embargo ¿porqué aún faltan platos a la mesa de todos?
Es realmente un pecado que haya gente que acumule y malgaste riqueza, mientras hay otros tantos que se mueren de hambre.
– ¿Ha digerido bien la humanidad el banquete de estos dos milenios?
Todavía hay errores que seguimos repitiendo sin alcanzar a comprenderlos. Según vamos adquiriendo conocimiento deberíamos también ganar en fortaleza interior, tolerancia… El mundo racional está orgulloso de los avances, pero al mismo tiempo no nos hemos librado de los «ismos» más absurdos: nacionalismo, puritanismo… Algo no está aún funcionando bien. El hombre no ha obtenido el bienestar y felicidad esperados.
– ¿Qué ingredientes no pueden faltar en la ensalada de la vida?
Ahí tiene que entrar todo. Hemos de incluir alegrías, dolores, tristezas, pesares pero también enormes goces. Lo uno es complemento de lo otro. Amo las cocinas de los países donde no hay miedo a mezclar todo; donde lo agrio y lo salado se combina con lo dulce y lo picante.
– ¿Es el amor la sal de la vida?
Para mí el amor es lo más importante. Es la fuerza que realmente aglutina y da sentido a todo cuanto existe.
– ¿Con qué otras salsas se condimenta la vida?
Con el dolor, con el sufrimiento… pero siempre entendidos éstos como parte de un gran aprendizaje.
«La ley del amor»
– ¿Haces entonces tuyas las palabras del demonio en «La ley del amor», «… para que alguien valore la solidaridad, necesita caer en la desgracia, para que alguien sepa que el fuego quema, necesita ser quemado…»?
Desgraciadamente aún somos un poco necios. Sin duda alguna, los mayores aprendizajes que yo he obtenido en mi vida han venido a través de sufrimiento. Al principio desconocemos su razón, su sentido, pero al cabo del tiempo podemos volver la mente atrás y encontrar la lección que nos aguardaba.
– ¿Por lo tanto olvidarán pronto nuestros cuerpos «las heridas de cuchillo, los balazos, los rasguños, las patadas, las torturas…» que han sufrido vida tras vida y a los que aludes también en esta novela tuya?
Por supuesto, pero lo interesante es que no nos resistamos tanto al dolor. Ante todo es preciso no guardar odio, ni resentimiento a quienes nos han hecho mal. Sólo si dejamos que estos sentimientos negativos no aniden y nos abandonen, podrá entrar el amor. De lo contrario no hay forma.
Vds. lo viven en carne propia con el problema del nacionalismo violento. ¿Qué hacer cuando un bombazo ha matado a un ser querido? ¿Qué hacer con esa impotencia? Para ir adelante, para poder llegar a un arreglo y no quedar en el enfrentamiento hay que conseguir sacar la energía negativa del cuerpo y buscar esa armonía que la naturaleza misma siempre nos está proporcionando.
– ¿El sufrimiento de la protagonista de esta novela tuya, Citlali, como arquetipo de la víctima, en este caso en el marco de la conquista de América, es por lo tanto necesario?
Pero claro. Para nosotros hoy, lugares muy queridos tienen el sabor de la cultura española. El mestizaje tiene su cuota de dolor, pero es necesario. ¿Qué sería España sin toda la riqueza cultural que les proporcionaron los árabes?
– La historia sigue por lo tanto para adelante.
Siempre. No hay que tener miedo. Por ejemplo, en México estamos muy orgullosos de nuestra cocina y ésta es producto de un mestizaje. Hubo mucho dolor y vidas perdidas, pero el enriquecimiento de esta unión cultural fue enorme. No demos de tener miedo de que la historia siga su curso.
Durante un tiempo pensamos que mucho de lo que nosotros éramos se había perdido en la conquista, sin embargo no se perdió nada. Yo descubrí que la tradición sagrada estaba ahí tan viva como siempre, tan sólo que guardada en la intimidad. Se siguió trasmitiendo de boca en boca hasta que llegó el tiempo presente en que de nuevo se da a conocer de forma amplia. Ahí radica la verdadera fuerza de una tradición, de una cultura con capacidad, pese a todo, de sobrevivir.
«Sigan buscando…»
En la novela de carácter futurista que es la «Ley del amor» los protagonistas cobran sin dificultad conocimiento de sus pasadas vidas ¿Puede resultar aleccionador en nuestros días adquirir conciencia de nuestras supuestas encarnaciones anteriores?
Yo he recibido terapias de regresiones a vidas pasadas. Yo no sé de donde salen esas imágenes que yo adquiero en esas regresiones, si salen del subconsciente, si me las invento… pero lo que si sé es que veo esas imágenes y me curan. Toda imagen es portadora de un conocimiento oculto y velado que es preciso adquirir. Ese es el sentido del Tarot y las imágenes que el hombre siempre ha manejado. Si estamos viendo algo hay una razón oculta para que se dé esa poderosa manifestación. Hemos de intentar descubrir su significado mediante nuestra capacidad intuitiva.
¿Las cuestiones que tu encaras en «La ley del Amor» son aptas sólo para «gourmets» e iniciados, o valen para el común de los comensales?
Yo creo que sí, la gente está mayormente preparada. Por lo demás cuando yo escribo no me preocupa la posible aceptación de la obra. Lo hago en un principio para mí. Abordo el tema que a mí me interesa y de la forma que a mí también me place. Con respecto a «La ley del amor» recibo cartas verdaderamente hermosas que denotan el interés del público por la obra.
Por ejemplo he ido ahora a Argentina donde tenía cierto temor dado el arraigo del psicoanálisis. Yo me dije: «aquí me van a comer viva». ¡Pues que va! De maravilla el libro, porque por lo visto se ha puesto allí ahora de moda la terapia de regresión.
– ¿Crecemos en amor en cada vida?
Ahí está, si bien en cada vida intervienen el propio destino y libre albedrío. Así ocurre en general, aunque hemos de permanecer alertas porque, a nada que nos descuidemos y nos llenemos de odio e incomprensiones, podemos ir para atrás.
«Intimas suculencias»
– ¿Dé donde viene esa fe tuya en el «hombre nuevo» al que tanto aludes en tu libro, «Intimas suculencias»? ¿Para cuándo esa generación de nuevos hombres y mujeres?
Pronto va a surgir ese hombre nuevo. La prueba más evidente, es la enorme voluntad de búsqueda que se observa en tanta gente.
– «Pues no pudimos…» sentencias con sinceridad en «Intimas Suculencias» a propósito del movimiento político y social en el que parece que te implicaste. ¿Podremos con esa nueva revolución íntima que propugnas?
Por supuesto. De pronto sentimos que había fracasado, que había muerto el intento de transformación, pero fíjate que no. Puedo constatar que los hijos de amigos míos en EE.UU. son ya realmente «hombres nuevos». Eso a mí me emociona muchísimo. Sus padres comprendieron, al igual que yo ahora pregono, que el cambio no es afuera, sino que se opera por dentro y en sus hijos se pueden ver los resultados. Estos niños han crecido con valores diferentes y eso a mí me admira. Ven muy poca televisión, viven el campo, siembran en el campo y están íntimamente ligados a la Madre Tierra. Tienen un respeto absoluto por toda forma de vida.
Aunque a simple vista parezca que no sucede nada, de forma sigilosa acontece algo grande. No importa cuantos cambios se hagan en el mundo externo, si primero no se realizan en el mundo interno, no hay forma.
Magia sobre el asfalto
– Nos llegan noticias de una eclosión de nueva espiritualidad en medio de un México esperanzado por las nuevas condiciones sociales y políticas del país. ¿Juega Laura Esquivel algún papel en medio de ese movimiento?
Todos, aunque no queramos, estamos implicados. Yo me siento tremendamente afortunada de haber nacido en este momento y de poder vivir todo lo que allí estamos viviendo. Verdaderamente día a día se siente este despertar espiritual sostenido por una amplia participación. Es una suerte añadida el que haya personas que nos ilustran y nos dan una visión más amplia y clara del fenómeno, ya que a veces nos pasa desapercibido al vivirlo por dentro.
– Algo de tu vida Laura ¿Cómo fue el salto de la escuela a la pluma?
Yo siempre he creído en la educación a través del arte. Me especialicé en teatro para niños y me puse a estudiar en serio literatura y creación dramática. Paralelamente hacía guiones para televisión. En aquella época estaba casada con Alfonso Arau y él me animó a hacer guiones para cine. Sin embargo estaba frustrada y limitada por razones de gustos, caprichos y presupuestos de quienes querían mis trabajos. «Como agua para chocolate» fue mi primer libro con estructura de guión de cine, para el que no tenía yo limitación de nada.
– ¿Cómo y dónde tropezó Laura Esquivel con la magia de la vida?
Yo realizaba una serie de ejercicios de respiración, de vocalización… que acompañaba con una dieta vegetariana. En ello me hice socialista pero no podía confesar a mis amigos que hacía meditación etc. Me hubieran retirado el habla aquellos «materialistas dialécticos». Puesto que «ya habíamos matado a Dios», ¿cómo les podía salir yo de repente con que existía? A hurtadillas seguía haciendo mis ejercicios y recurría a filosofías orientales. Gracias a Antonio Velasco Piña pude conocer la tradición sagrada de mi propio país. Para mí esto fue una gran revelación. En el momento actual me siento muy ecléctica, recogiendo de aquí y de allá. Para mí ahora es muy importante el rito y trato de integrarlo en mi propia vida.
– ¿Luego la magia puede sobrevivir incluso en el asfalto?
Por supuesto. Yo siempre antes de trabajar realizo una pequeña ceremonia a los cuatro vientos. El caracol y otros instrumentos sagrados forman parte de mi vida diaria, así como el hecho de poner flores y dedicárselas a alguien, prender una vela, un incienso… Es preciso actualizar el aspecto mágico de lo cotidiano, porque éste dota a la vida de un verdadero sentido.
Aunque tú aparentemente estés en una actitud pasiva, cuando lanzas un pensamiento positivo desde tu propio hogar, éste, en su medida, ya está transformando el mundo, favoreciendo la paz, la armonía. Si conocemos el poder de nuestros pensamientos, los podemos después utilizar para el bien.
La dama del incienso
– ¿El templo de la cocina, al que aludes en tus libros y entendido en un sentido más amplio, lo podemos inaugurar allí donde vamos?
Así es. Durante un tiempo estuve haciendo un guión de cine en Los Ángeles. Fue muy divertido. Allí me convertí en la «dama del incienso». Yo a diario prendía mis inciensos y el humo salía de mi estancia. A todas las camareras del servicio les encantaba eso. Se olía incluso cuando se abrían las puertas del elevador. Yo tenía que tener mis inciensos, imagínate yo sin mi ritual.
– ¿Qué tal se acomodó la «dama del incienso» a esa vida urbana trepidante de «fast-food» y «stress», en Los Angeles, Nueva York…?
Precisamente todo lo que te he relatado me ayuda a estar en balance y la gran ciudad no me afecta negativamente. Por lo demás gozo de las oportunidades que ella me proporciona. No me costó acomodarme. Me gusta el cine, el teatro, incluso meterme en el Mac Donalds. Además ahora en EE.UU. tenemos las hamburguesas con unos sobrecitos de salsa picante.
– ¿Cuándo se convierte en sagrada la alquimia de los alimentos?
Primero hay que conocer el valor de cada elemento y saber cómo combinarlo para que realmente produzca bienestar y gusto al paladar
– En todas tus obras está también omnipresente la alquimia de los cuerpos ¿Cuándo se convierte en sagrada esa alquimia?
Por y obra y gracia del amor. El placer y el deseo deben de ir acompañados por la energía del amor.
– ¿Y el éxito, a qué sabe, Laura, el éxito?
Es muy agridulce. De cualquier forma mi «éxito» es muy relativo. Yo agradezco lo que me dicen los lectores, lo que me confiesan a propósito de mis libros. Yo valoro esa relación directa, lo demás no me lo creo mucho, ni el halago, ni el ataque.
La fama puede llevar además a equívocos. La gente visualiza una imagen que puede ser o no acertada: a la verdadera Laura sólo la conocen mis amigos, mi familia y por supuesto yo misma.
– ¿La fama de Laura contribuye de cualquier forma a construir ese «nuevo hombre»?
La fama puede facilitar que lo que digo llegue e inquiete. En ese sentido es bueno, por ejemplo, que se esté esperando un libro y tú puedas decir algo que sirva a la gente.
– ¿Como cocinamos ese “hombre nuevo”, con vitrocerámica o fuego de leña?
Con fuego de leña.
– ¿Con fuego lento u olla express?
A fuego lento.
La Redacción
Fundación Ananta