Por la Redacción

4-Febrero-2009
Pienso que el pensar colectivo enriquece nuestro mundo y a su vez es una antena de purificación y de energía para la tierra. Según nos aproximemos a la experiencia de Dios menos necesitaremos pronunciar su nombre porque Dios estará entonces en todas partes.

El recuerdo de quiénes somos y la práctica de reencontrarnos con nosotros desde la meditación y la contemplación pueden ayudarnos a caminar por la tierra como hijos de Dios. Es ése el caminar que nos está destinado cuando logremos trascender la fascinación que la materia ejerce y cuando seamos capaces de vivir de nuevo las santas moradas.

Es cierto que el gerundio ayuda en nuestro avance. Quizás amando es como aprendemos a amar. Requiere atención consciente y humildad para intentar levantarse tras caer.

Soy consciente de que en el propósito y el anhelo de tantas voces que piden un nuevo mundo, se encuentra ya esa nueva humanidad a la que aspiramos.

Vamos avanzando y aunque a veces estamos desanimados, al final del camino todo se verá muy claro: escudos poderosos nos protegen, a pesar de las ausencias, que ya no son ausencias, sino que son presencias que velan desde otro plano.

A las 4am, en silencio, es más dable percibirlas.

Que estemos en paz. Que sigamos subiendo a la montaña. Que seamos dignos. Es la oración de hoy.

La redacción