Entrevista con una de las responsables en España de Brahma Kumaris

17-Agosto-2008
La publicación de su nuevo libro, Vivir en libertad, coincidió en el tiempo con la liberación de la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt de su secuestro a manos de las FARC. Miriam Subirana (Barcelona, 1961), presidenta en España de la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris www.bkwsu.org durante los últimos 22 años, y en la actualidad coordinadora nacional, celebra el sonado final de ese cautiverio y la afortunada coincidencia con la edición de su última creación literaria.

Vivir en libertad. Reflexiones sobre los sueños, los límites y lo esencial es su tercer libro. Como los anteriores, ¿Quién manda en tu vida? y Atreverse a vivir. Reflexiones sobre el miedo, la valentía y la plenitud, da idea, desde el propio título, de la inquietud vital de Miriam Subirana hacia las capacidades humanas y la posibilidad de conquistarlas cuando se abandonan los temores, los prejuicios, los rencores…

En los cursos de desarrollo personal que ha diseñado en esa dirección y que ella misma imparte, emplea la pintura, la escritura, la música… Además de ser algo de lo que mejor conoce, resultan instrumentos extraordinarios de expresión y de exploración del potencial creador humano, a su vez un agente sanador hacia una vida en positivo.

Subirana concibe la libertad como la habilidad para ser uno mismo en cualquier lugar y circunstancia, con la seguridad de estar protegido por los valores, el pensamiento positivo y la coherencia.

Más ilustrativo que todos los argumentos resulta el episodio que protagonizó el fundador de Brahma Kumaris, Brahma Baba, cuando fue víctima de un intento de asesinato a manos de un criminal a sueldo, organizado por hombres que no podían tolerar que sus esposas se liberaran del sometimiento conyugal. Brahma Baba no empleó contra él más defensa que dirigirle un amor total. Fue suficiente para que el agresor abandonara sus intenciones, casi en un desmayo.

Fundación Ananta: ¿Qué es la libertad? ¿Qué es la esclavitud?
Miriam Subirana: La libertad es el regalo y el valor más apreciado que puede tener un ser humano. Creo que se ha utilizado la esclavitud, el cautiverio, como forma de presión, de poder, para dominar a otro. De todas maneras, se puede vivir en la cárcel una libertad de espíritu mayor que una persona viviendo en un palacio con todos los lujos. Nelson Mandela, por ejemplo, hizo un trabajo de liberación interior, de trabajar su rencor, su odio y cualquier sentimiento nocivo que pudiera provocar violencia y rabia por haber sido encarcelado, y esa liberación interior le ayudó a fortalecer su compasión, su perdón… desde ahí generó un cambio importante. Otro ejemplo es Mahatma Gandhi, que logró liberar a todo un subcontinente de una superpotencia como Gran Bretaña a través de la no violencia.

FA: ¿Qué significa la liberación de Ingrid Betancourt?
MS: Es extraordinario y lo celebramos profundamente; ahora puede vivir en su casa, junto a los suyos y desenvolverse… Pero podría continuar esclavizada durante toda su vida si mantuviera sentimientos de odio, de rencor… Imagino que ahora necesita un trabajo de desarrollo personal para liberarse de toda la pena, el miedo o el rencor que haya podido acumular a lo largo de todos estos años; se trataría de un trabajo interior con el que conquistar nuevos niveles de libertad. Eso le ayudará a ser una gran líder y a poder ponerse al servicio de los demás.

FA: Ayudar a otros ¿ayuda a la propia liberación?
MS: Creo que primero me he de liberar yo de mis necesidades, mis carencias, mis miedos, para poder hacer de puente y ayudar a otras personas a pasar a otra realidad, o para cortar dependencias. Pero si yo tengo carencias, eso me llevará a satisfacerlas a través del trabajo, o de una pareja. Por ejemplo, la razón para tener hijos: cuántas mujeres tienen hijos para no estar solas, o para crear un vínculo sólido con un hombre… todo eso son fines egoístas, limitados, no surgen de la libertad interior sino de la esclavitud interior.

FA: Una vez alcanzado, ¿cuál es el sentido de ayudar a los demás?
MS: Creo que parte de nuestra misión en la vida es dar a los demás, cada uno desde lo que tiene, lo que es, lo que quiere y lo que puede.

FA: ¿Cuál es la esclavitud de este siglo?
MS: Estamos en un período en que la humanidad se ha vuelto muy egoísta, porque no hemos cultivado los valores espirituales y los valores humanos y eso nos ha llevado a unas carencias que provocan dependencia. En mi libro Vivir en libertad menciono algunas consecuencias de esas carencias, como la del consumismo, la de tener siempre el último modelo de coche, de teléfono móvil, aunque luego no sepas ni cómo funciona, que por un lado es un medio de comunicación extraordinario pero que dependiendo de cómo lo utilices, te puede esclavizar.

FA: ¿No resulta arriesgado salir de esas zonas de seguridad?
MS: Ser libre es ser tú mismo, ahí donde estás, con quien sea y donde sea: sin corazas y sin miedos, pero protegiéndote desde la energía de los valores y la positividad. Porque es cierto que si vamos desnudos con toda nuestra vulnerabilidad a flor de piel, podemos sentirnos débiles fácilmente, o que se burlen de nosotros o que pase algo que nos haga poner la coraza.

Para mí, el ser uno mismo pasa por vibrar a un nivel de pensamiento tal que sea una protección. Cuando mi pensamiento, palabra y acción están alineados, cuando actúo en base a mi conciencia, a mis valores, esa es mi protección.

FA: Eso requiere una confianza inmensa
MS: Pero da inmensos resultados. El fundador en los años 30 de Brahma Kumaris, Brahma Baba, ayudó mucho a la liberación de las mujeres en India, para que no fueran tan sumisas; ha sido una gran lucha con grandes victorias y aun estamos en ello. Y entonces, un grupo de maridos se organizaron en su contra y buscaron un asesino para matarle. En el momento elegido, el asesino se encontró el paso completamente libre, sin vigilante de seguridad ni asistente personal porque los dos estaban distraídos en otra cosa. Brahma Baba, que ya tenía sus setenta años y que vio en él a un hijo de Dios, a un hermano, le preguntó: “¿qué quieres, hijo mío?”. El agresor tuvo una visión de luz, soltó el arma y cayó desplomado en el suelo, aunque no llegó a perder la conciencia. Es un ejemplo de una persona a la que protege su luz, su integridad, su paz, su alineamiento.

FA: ¿Cómo se explica el papel del arte en el trabajo hacia esa dirección?
MS: Al mirar a un niño, se entiende todo esto: se mueve, dibuja, experimenta, su voz es armónica como un canto… En los seminarios que doy introduzco el elemento artístico como un factor fundamental para que la persona conecte con su intuición y su emoción, que se salga de la lógica racional… Desde ahí abres ese espacio en el que es más fácil meditar, acoger a Dios, a cualquier experiencia trascendente.

FA: ¿Qué ocurre en esos seminarios?
MS: Los siento como un viaje de 48 horas, en el que se sueltan corazas y miedos, te sientes natural, experimentas con el silencio, te sientes aceptado, nadie te juzga ni juzga tus dibujos, tu voz… Eso te hace entrar en un espacio muy cómodo, donde te descubres a ti mismo desde otro estado de conciencia.

FA: ¿Para qué sirve ser más creativo?
MS: Sirve para tener más espacio mental, para encontrar soluciones nuevas a cualquier situación, para vivir con mayor ilusión, con más recursos para afrontar los obstáculos y los problemas. La vida se hace más rica… Ayuda a alinearse con lo que realmente quieres y que puedas llegar a donde quieras llegar, a realizar tus sueños. Ayuda a que creas en ti mismo.

FA: Parece paradójico hablar de libertad desde un código como el de BK
MS: La libertad que resulta es a muchos niveles. Hay una libertad que viene de poder respetar tus principios y poder vivir en base a esos principios, alineados con tus valores. Hay otra que viene de respetar al otro, de la convivencia con el otro. Y, luego, la disciplina ayuda a contener ciertos impulsos o deseos que te pueden llevar a la dependencia, a la adicción, o a vibrar a un nivel más bajo del que tú realmente quieres, así que ayuda a ganar espacios de libertad.

FA: ¿La disciplina no es represión?
MS: Es otra vía. La disciplina sirve para transformar emociones, como la ira. Si me disciplino para, a través de la meditación, transmutar la energía de la ira, no reprimo nada. Esa transmutación sólo es posible desde la disciplina, desde el amor y el abrazo, que permite sublimar hacia otro plano de conciencia superior. No se trata de rechazar, temer o reprimir nada. Eso requiere profundidad, que necesita silencio a su vez. Ahí la disciplina no es sacrificio sino un regalo.

FA: ¿Cómo es tu disciplina en concreto?
MS: Empiezo con un espacio de silencio mientras me preparo una infusión con jengibre, cardamomo… como una ceremonia del té a solas aunque esté con gente; es como empezar la mañana con la energía del amor. Luego medito un rato y después comparto unos pensamientos que sean inspiradores para mí y para los demás. Esta mañana, por ejemplo, estuve hablando de la belleza con unas veinte personas.

Mi disciplina pasa también por una alimentación que considero yo sana, basada en el principio de la no violencia, y por incorporar momentos de silencio durante el día, de solo un minuto; o tres minutos…

FA: ¿para qué sirven esos lapsos breves de silencio?
MS: Es como poner un punto y seguido a la velocidad del pensamiento; redirigir lo que estoy haciendo, lo que estoy pensando… tomar distancia y observar, relajarme, soltar tensiones, me acuerdo de lo que me había olvidado… son pausas también muy prácticas.

FA: ¿También tenéis voto de castidad?
MS: No hay exactamente votos de castidad. Hay más como un compromiso y un entendimiento de no despistar energía, de transmutar, de sublimar. Cuando entré en contacto con Brahma Kumaris me estaba planteando la opción de la abstinencia sexual coincidiendo con la lectura de un libro vinculado al yoga. Era durante mi época universitaria, me agobiaba que los hombres me miraran con deseo sexual; yo no notaba que hubiera amor ahí. Creo que cuando este aspecto está excluido se puede generar un ambiente de trabajo más centrado y que emana limpieza.

FA: Cabe pensar que es una huida y que responde a miedos inconscientes…
MS: Hay personas frustradas por relaciones sexuales o por parejas insatisfactorias, que se han sentido acosadas, agobiadas. Estoy preparando mi próximo libro, The needy woman, con este asunto de la sensibilidad femenina. Acceder al celibato desde ese rechazo, quizás en un momento te da un espacio para trabajar lo que tengas que trabajar, pero no debe ser el motor. Yo recuerdo una vez que participé en un debate televisivo con un seminarista, que me dejó asustada de todo lo que tenía que hacer para vivir en paz su celibato, era un martirio. Yo lo vivo desde la libertad. Todos los que elegimos un camino en el que no hay relaciones sexuales tenemos que plantearnos si es por miedo.

FA: ¿Se habla de todo esto abiertamente en la comunidad?
MS: Recientemente le planteé a un jesuita esta misma cuestión; yo quería saber si en las comunidades cristianas de religiosos y religiosas se habla del tema sexual o es tabú… Y no, por lo general no se habla. Nosotros, en principio, tampoco, pero yo lo estoy impulsando a nivel internacional porque hay chicos jóvenes que están lanzados en Brahma Kumaris y creo que alguien tiene que ayudarles a trabajar su sexualidad. La conversación con este jesuita fue muy sanadora para mí

FA: Motivaciones parecidas, renuncias parecidas, dudas parecidas…
MS: En toda elección ganas y pierdes: dices que sí a algo y que no a algo; en todo, siempre. Yo sé que he dicho sí a muchas cosas muy positivas para mí y no solo es a través del celibato, sino también del pensamiento, de la actitud y de la alimentación. He dicho que sí a mi juventud, a mi espacio creativo, a mi libertad emocional… he dicho que sí a Dios. Pero no creo que tuviera que renunciar a todo ello por decir que sí a mis relaciones sexuales y, en todo caso, me parece muy sano estar en este cuestionamiento.

Lola Bastos
25 agosto 2008
www.fundacionananta.org