Debéis aprender a trabajar con el amor, a procurar que brote en vosotros, a proyectarlo sobre todas las criaturas, sobre todos los objetos, alrededor de vosotros y más allá, sobre los árboles, las montañas, los océanos… Así os volveréis una presencia benéfica para el mundo entero. Con el pensamiento, con la palabra, tratad de añadir siempre un elemento susceptible de aportar mejoras. Incluso si estáis solos, pensad en pronunciar palabras de paz, de esperanza, de alegría para todos los hombres de la tierra, sabiendo que ellas producirán resultados. Como sólo podemos dar a los demás aquello que ya poseemos en nosotros mismos, tratad de crear primero en vosotros la armonía y la luz, y después, cuando sintáis que habeis conseguido restituir en vosotros esta armonía y esta luz reales, proyectadlas en el espacio. Esto es trabajar con el amor divino.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta