Goio Baldús: “Antes pasaría un camello por el ojo de una aguja que un rico se salve”

En primer lugar vaya por delante que no es nada conveniente pretender vender la piel del oso sin antes haberlo cazado.

Obama sigue vivo, con dos años más de mandato y con la ventaja añadida de una oposición republicana radicalizada por la presencia de su corriente interna conocida como Tea Party. Parece ser que el motivo principal del castigo dado a Obama ha sido el desencanto producido por el incumplimiento de algunas promesas, que se ha visto agravado por las consecuencias de la crisis económica así como por el dinero entregado a los bancos.

Si tenemos en cuenta que algunas promesas no han podido ser cumplidas precisamente por la oposición del partido republicano, así como que tanto la crisis económica es resultado de la política económica y militarista de la administración Bush, como que la iniciativa y aprobación de la entrega de dinero a los bancos también es responsabilidad de dicha administración republicana; la primera conclusión que parece evidente es que Obama está pagando los platos rotos por los que ahora se erigen como los salvadores de tanto despropósito.

Lo cual nos lleva a una segunda conclusión que también parece evidente, como es que Obama y su gobierno no han sabido comunicar-informar a la sociedad estadounidense con la suficiente claridad-sinceridad-valentía de dónde estaba tanto el origen de la crisis como los obstáculos a su política de reformas sociales, abandono de la guerra de Irak, desmantelamiento de Guantánamo, regulación de los sistemas financieros y política crediticia de la banca, por citar los temas más destacados.

A mi modo de ver ahí ha estado la causa de la victoria republicana de ayer, en no saber comunicar y movilizar a las cada vez más extensas capas sociales afectadas por la crisis. Cosa por el contrario que sí ha sabido hacer el partido republicano gracias a un populismo demagógico que aprovechando el descontento social ha lanzado una campaña ideológica, tachando de socialista y comunista a Obama sólo porque pretende crear una sanidad pública al servicio de esas capas más desfavorecidas, o mantener las prestaciones sociales, o abrirse al mundo sin ínfulas de ser la Nación-Imperio del Mundo, o simplemente por su ascendencia africana-islamista. Campaña republicana que por cierto se ha financiado con la mayor cuantía de dinero hasta ahora gastada en citas electorales, de 3.000 a 4.000 millones de dólares.

Si a esta carísima, demagógica y populista campaña se le añade el impulso de la corriente interna conocida como Tea Party, la cual, al discurso clásico de los republicanos tan amantes de las guerras y los desmesurados gastos militares desde los tiempos de Reagan, ha aportado una radicalización en dicho discurso, planteando sin complejos como diría Aznar toda una batería de medidas al mejor estilo de la ultraderecha de siempre, como son los recortes en gastos sociales, enterramiento del proyecto de la sanidad pública, incremento de los gastos militares que garanticen el predominio internacional de Usa, bajada de impuestos a las empresas en general y a las grandes fortunas en particular, ahorro del gasto público pero sin que afecte al Pentágono, claro, y a sus incursiones guerreras, más claro todavía, todo ello adobado con un ensalzamiento del nacionalismo patrio y del papel redentor de los Estados Unidos en el Mundo, y con una religiosidad dogmática y seguimiento fundamentalista del contenido de la Biblia; pues el resultado de esta vuelta al pasado va a tener unas consecuencias francamente interesantes aunque a corto plazo puedan suponer más penurias para las capas sociales más afectadas por la crisis que precisamente constituyen una gran parte de la ciudadanía estadounidense.

Cuando las propuestas de Obama de mantener el gasto social e implantar la sanidad pública se vean rechazadas en el Congreso, cuando se siga sin encontrar salida a la crisis porque no la hay gobierne quien gobierne, cuando los afectados vean recortadas sus prestaciones sociales, no dudo que la actual administración sabrá comunicar, y mucho más después de la ineficacia mostrada hasta ahora que se comentaba al principio, sabrá comunicar, decía, que precisamente los responsables en la anterior administración de tanto desaguisado son ahora los que además recortan las ayudas sociales a los afectados o quieren incrementar el gasto militar a costa del ahorro social.

Van a ser dos años fundamentales para ellos pero también para el resto del Planeta, donde los viejos conceptos del Sistema americano de toda la vida, es decir, individualismo, agresividad empresarial y militar, rebaja de impuestos a las grandes fortunas, mayor falta de regulación estatal a los tejemanejes de los consorcios y las entidades financieras (de dónde han salido esos casi 4.000 millones de dólares gastados en la campaña republicana), en definitiva todos estos aspectos que han llevado al Sistema a su colapso actual se van a enfrentar a las nuevas ideas cada vez más extendidas que preconizan un mundo mejor, más solidario y pacífico, atento a las necesidades de los más necesitados, menos avaricioso donde lo importante sea ser en vez de tener, donde haya una justa distribución de la riqueza sin esos picos extremos que son la mayor vergüenza de la Humanidad en general y del Sistema en particular, porque como bien debieran saber los ultra conservadores estadounidenses y seguidores de Cristo, bien claro habló Jesucristo cuando dijo aquello de “antes pasaría un camello por el ojo de una aguja que un rico se salve”, dejando al mismísimo Marx como una inocente ursulina.

Es el famoso cambio de paradigma que se está cociendo y que tanto se ha escrito y hablado; y como todo cambio cualitativo, debe venir precedido de un punto de inflexión o momento crítico donde lo viejo da sus últimos coletazos, suelen ser muy espectaculares, pero cuanto más intensa sea su oposición a lo inevitable, más se alimentan las nuevas condiciones que posibilitan el definitivo cambio.

Y el Tea Party tiene toda la pinta de ser el instrumento involuntario que acabe por movilizar y acaso radicalizar a los intereses del polo opuesto. Cosas de la Física, de la Ley de Causa-Efecto, de la acción-reacción-acción que como espiral imparable hace avanzar a los seres humanos a mayores cotas de solidaridad, empatía, paz e inteligencia. Curioso que una de las críticas a Obama sea su intelectualidad, como si eso de por sí fuera algo negativo. En fin, lo de siempre.

En cuanto a que en España pueda ocurrir algo parecido, es decir que la derecha se radicalice más y “pierda todos sus complejos”, ya lo estamos viendo en distintos medios y declaraciones de algunos políticos, sólo hace falta que quiten al señor Rajoy y se imponga la corriente ultra conservadora, liberalismo radical lo llaman ahora, que también la hay en el seno del Pp y en muchos de sus votantes.

Pero como en el caso del Tea Party cuando se comience a ver sus efectos anti sociales, dicha corriente ultra conservadora a la española sería muy útil para movilizar y concienciar a los que seguimos pensando que el Estado moderno tiene una función social que le dignifica respecto a todos los tipos de Estado habidos a lo largo de la Historia de Occidente. Y un grandísimo perdón por la extensión de esta chapa cargada de ilusión por un mundo mejor y menos individualista. 

Koldo Aldai: Suma de sueños

«He pasado toda mi vida persiguiendo el sueño americano», ha afirmado satisfecho John Boehner, líder republicano, nada más conocer los resultados de las recientes elecciones legislativas en su país.

El mayor problema de este  mundo  son los sueños  estrechos, limitados, individuales… como los de quien presidirá, con mucha probabilidad, el futuro Congreso de los Estados Unidos. A la postre el significado de una apuesta política y social se basa en las personas que somos capaces de incluir en nuestros  sueños. Podemos incluir a los de nuestro color de fútbol, a los de nuestra sociedad gastronómica o club de ocio. Podemos ser más generosos e incluir también a los de nuestra ciudad y región, por qué no  también a los de nuestro país…, sin embargo será preciso que empiece a imperar ese sueño en el que por fin somos capaces de incluir, sin reserva alguna, al conjunto de la humanidad.  

El desarrollo de los medios de comunicación y locomoción, así como la manifestación de serios desafíos globales, han sido determinantes para ensanchar esos  sueños, para desear incluir en su seno a más humanos, cualquiera que sea su raza, su color, su credo o condición social.  El líder republicano debería saber que nuestro planeta  no puede albergar 6.000  millones de sueños americanos, pues para ello necesitaríamos varios planetas.

Hay quien sí entendió  esta  simple  ecuación y trató de ubicar debidamente el sueño americano en el contexto de un mundo solidario. Este hombre  ha querido ampliar el sueño americano a 32 millones de súbditos que hasta el presente no tenían ninguna cobertura sanitaria, ha  querido poner  freno a la voracidad de unos mercados jamás satisfechos con sus obscenas ganancias, ha tratado de dar dignidad y merecida ciudadanía a 11 millones de inmigrantes, ha tratado de sustituir la política de  agresión en el exterior por la política de entendimiento, ha puesto cordura, diálogo y encuentro  allí donde había imposición de “pax americana”… Pero a Obama no le  han  restado poder  sólo  los  republicanos y su “Tea party”, que aprovechan la ola de la crisis para hundir al presidente de la esperanza. A Obama le han combatido, con no menos fiereza, las avanzadillas apresuradas,  los de la utopía aquí y ahora, los del todo o nada, los que  ignoran la ley de evolución  y  por lo tanto desconocen que los cambios en la conciencia humana  jamás pueden operar de un momento a otro.

¿Qué  dirán las impacientes fuerzas de progreso que no  han  escatimado acoso al presidente de los Estados Unidos, cuando, con el avance republicano, la sanidad vuelva a ser  privativa de la  clase  media adinerada, cuando los inmigrantes se  vean  de nuevo condenados a la clandestinidad, cuando  ya nadie ponga  freno a la avaricia desmedida de unos  mercados descontrolados, cuando  se calienten los motores para nuevas e  interminables  guerras en lejanos desiertos que azucen sentimientos patrios y vendan  bien de  armas..?

¿Qué  dirá el radicalismo exigente que de tanto  tumbar a quienes  osan ocupar  poder, tumban también a quien porta toda la esperanza que hoy es capaz de abrigar el pueblo norteamericano? Los líderes sudamericanos que han  abrazado “fraternalmente” a un  Mahmud Ahmadineyad que lapida mujeres inocentes hasta la muerte, no han recibido para nada las críticas severas que se han clavado en Barack Obama, desde el mismo instante que ocupó la  Casa Blanca.

Cada vez  hay menos cielo para los sueños personales,  nacionales, sobre todo cuando opacan, cuando anulan el  sueño colectivo, planetario. John Boehner, al frente del Congreso, quiere asegurar su sueño de élite, su vida acomodada, su prestigioso country club de Ohio. Pero su sueño americano colisiona frontalmente con el sueño de millones de seres humanos de alcanzar lo imprescindible para vivir  con dignidad. John Boehner  no parece saber que su modo de vida  americano no es sostenible, que para que él disfrute de toda suerte de lujos, hay otros que han de padecer miseria o incluso morir de hambre. A estas alturas los sueños ya no pueden colisionar, hemos de soñar todos en la misma dirección. Algo andará siempre mal mientras que el sueño americano, no comience a  ser también el sueño planetario.

Nadie se  lleve a engaños. No ha muerto  el “Yes, we  can”. Obama puede incluso perder las próximas presidenciales, pero ya nadie podrá desactivar el “juntos podemos”.  Jamás olvidaremos su enorme tributo al avance de la conciencia colectiva. Más allá de sus logros en política nacional, el gran legado universal de este político inteligente y noble ha sido el de devolver el poder de transformación a la ciudadanía. “Yes, we  can”, no es  ideología, ni siquiera  es   el mantram del presidente de los EEUU,  es ya la  clave de todas las  fuerzas de la esperanza de cualquier latitud,  de quienes  tenemos no sólo un  sueño  español, europeo, americano…, sino también por fin planetario.

Nosotros nos pasaremos también la  vida persiguiendo ese sueño planetario, porque sólo concebimos el bienestar de nuestras  familias, de nuestros barrios y pueblos, de nuestras naciones en el marco de una humanidad por fin fraterna y solidaria que come, canta, ríe, goza de pizarras, salud y libertades, tiene agua en lo profundo de sus pozos y tiene una estrella común en lo alto de los cielos.

No, no es competencia de sueños, no es una carrera de tenacidad, entre otras cosas porque el tiempo puede acabarse. Es un esfuerzo de concientización, es alcanzar la elemental  premisa de que la felicidad es tema global, colectivo, de que los sueños pueden sumar, pero nunca, nunca  ya más restarse los unos a los otros. Por  favor, té y sueños para todos/as.

Joaquín Tamames: 700.000 millones en defensa (¿o ataque?)

Sarah Palin, que es un buen exponente de las ideas del Tea Party, ha dicho del Presidente Obama: “Tenemos un presidente que, quizás por primera vez desde la Fundación de nuestra república, no parece creer que América sea la mayor fuerza humana en favor del bien que el mundo jamás haya contemplado”.  Me parece que esta frase, transmitida en facebook, define bien la esencia del Tea Party: los valores de la república son intocables y Estados Unidos es una fuerza benigna, cuya misión es enseñar al resto del mundo cómo debe organizarse y cuáles deben ser sus valores. Y que por tanto cualquiera que cuestione los valores de la república (como Obama parece haberlo hecho según Palin) es peligroso.

El contexto que yo veo es el siguiente:

1. La política del Presidente Obama en el exterior no presenta diferencias radicales con respeto a la de Bush o Clinton. De hecho, esta política viene, quizás desde Kennedy, definida enteramente por el establecimiento militar. Esta tesis es la defendida brillantemente por Andrew J. Bacevich en “Washington rules” (una obra imprescindible, en mi opinión). Señala este autor que Estados Unidos (1) mantiene 300.000 soldados y 90.000 marinos en más de 700 establecimientos militares más allá de sus fronteras; (2) ha establecido importantes bases en regiones estratégicas en las que hace 30 años no estaba presente (Oriente Medio, con Arabia Saudí a la cabeza); (3) mantiene un presupuesto de defensa diez veces mayor que el del siguiente país en la lista; y (4) intelectualmente ha sustituido la amenaza concreta de la URSS y el comunismo por la menos concreta y vaga de Al Qaeda y el islam, siendo ambos catalizadores para el rearme continuado patrullando todos los mares del mundo y con presencia militar en cientos de lugares. Pero aquí hay una continuidad clarísima. Obama no ha querido o no ha podido romper con el pasado, y la presencia de Robert Gates como secretario de Defensa y de Hillary Clinton como secretaria de Estado son para mi mensajes muy claros.

2. En cambio, en el interior su política si ha sido de ruptura, quizás mal calibrada y peor vendida. Repasemos algunas iniciativas: (1) la reforma sanitaria, que beneficiará tal como ha quedado aprobada a unos 11 millones de personas, le ha valido el titulo de “socialista”. Es curioso, por ejemplo, escuchar a un modesto taxista de Providence, criticar duramente a Obama por intentar ampliar las prestaciones sociales que precisamente beneficiarían a personas como él (salir del núcleo central de Providence causa cierta desolación: esquinazos con comercios vacíos y abandonados, casas despintadas, calles medio abandonadas, esa es una parte creciente de América); (2) el programa TARF de rescate del sector financiero, que ascendió a un billón (de los nuestros) de dólares, era un “si o si”: o se ponía en marcha o el sector se colapsaba. El plan está produciendo beneficios para el Gobierno Federal, pero lo que ha quedado es que la Administración ayuda los bancos pero no a las pymes y a los particulares; (3) Finalmente, la legislación para eliminar las exenciones fiscales a los más pudientes de la era Bush ha generado el contraataque de éstos.

3. La realidad es que la riqueza está cada vez más concentrada en un pequeño porcentaje de la población y la otrora fuerte clase media americana está deslizándose a situaciones de penuria y también de pobreza. Y la globalización es un factor adicional de preocupación. Por ejemplo, según cuenta Fareed Zakaria, el 40% de la plantilla de General Motors en la fábrica de Michigan ha accedido a reducir su remuneración horaria de 28 a 14 dólares, pero la remuneración de los trabajadores mexicanos en otra fábrica de GM es de 7 dólares la hora. Y no digamos la influencia de China e India en este asunto.

4. Detrás de este declive está asimismo como pieza principal el gasto militar, con un presupuesto de defensa (que es de ataque, en realidad) de 700.000 millones de dólares al año, que constituye la gran hemorragia del sistema y uno de los principales factores del déficit, que alcanza el 10% del PIB.

5.El caldo de cultivo es pues una clase media menguante, una clase rica obsesionada con mantener sus privilegios y un entorno industrial (que hasta ahora había sido la gran fuerza de este país) realmente complicado debido a la globalización. Y es en este entorno en el que surgen propuestas ultra conservadoras como las del movimiento Tea Party, cuya esencia es volver a los valores iniciales de la república en el sentido de más individuo, menos estado.