Algunas personas despiertan y vivifican a otras. Difunden el mensaje de la esperanza y el optimismo. Ayudan a centrar. Esto es importante. Porque cuando uno se centra, todo se ordena alrededor.

Hoy algunas personas nos han ayudado a centrarnos. Y en algún momento hemos estado en bonita oración.

La búsqueda del Ser nos devuelve a la infancia, cuando vivíamos incondicionados y creíamos siempre en las posibilidades sin limites, como la de que el mundo era un espacio abierto y acogedor para el Ser. Estábamos en este mundo pero en el otro mundo también, tan perceptible como este, presente a cada instante.

Hay que soltar lo caduco, lo que nos limita y encierra en cápsulas. Hay que intentar descubrir la práctica del amor cada día. Cuando se descubre al Dios inmanente la conexión con el trascendente surge cada vez. Y entonces el presente se vuelve vivo y hermoso.

Por eso hay que dar gracias una y otra vez a ese despertar que nos devuelve a la senda, por poder hollar, finalmente y tras tantos eones de cansancio y esfuerzo, el camino de regreso a casa.

Estar agradecido por tener las mismas esperanzas y sueños que cuando se tenía 16 años, pero reforzados y aumentados por los bellos seres encontrados en el camino.

Las personas vivimos dormidas. Cuando despertamos ya nada es igual.

En esa magia de agradecimiento y paz me encuentro en esta hermosa y luminosa tarde de junio, en este avión que me lleva a casa por eso cielos de Dios.

Gracias una y mil veces.