La riqueza, el poder, el saber, la belleza… no os lancéis a la búsqueda de todas estas ventajas que os parecen tan deseables, porque no son suficientes para satisfacer el alma humana y su posesión la deja hambrienta.

Para no malgastar inútilmente vuestro tiempo y vuestras energías, debéis desear algo irrealizable, eternamente inaccesible, y este ideal inaccesible es Dios, Él mismo. Entre Dios y nosotros se extiende un espacio infinito. Pero a través de este espacio, hay un hilo tendido, un camino a seguir. Dirigiéndonos hacia este punto que es Dios, pasaremos obligatoriamente por toda clase de estaciones, y estas estaciones son el amor, la belleza, el poder, el saber, la fuerza. Todos estos tesoros a los cuales aspiramos, los encontraremos sin buscarlos, porque nos esperan en el camino que conduce a Dios.

Omraam Mikhäel Aïvanhov, Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta