Desde 1945 Europa ha construido un espacio que aunque imperfecto y siempre en desarrollo constituye el mejor edificio construido por la humanidad para intentar vivir en paz, respeto, cooperación, colaboración, y quién sabe si armonía y sabiduría. Este espacio de colaboración entre naciones y personas está en la utopía de Victor Hugo, Leo Tolstoi, Stefan Zweig y tantos otros, y representa dejar para siempre la bayoneta en la búsqueda del encuentro hacia la visión compartida y la tarea común, para intentar construir en la tierra algo lo más parecido “al noble camino de en medio”.
El momento es ahora para un nuevo impulso desde la confianza y la esperanza, buscando siempre ese camino de en medio por el que podamos avanzar la mayoría, evitando los extremos que pueden sacarnos del camino y despeñarnos, desterrando la mentira y la demagogia, y siendo además conscientes de que el progreso será lento pero firme. Y a la vez agradeciendo en lo profundo todo lo ya logrado en la construcción de una sociedad más justa, incluyente y digna, que no es poco.
Que este cordial saludo, casi abrazo, entre la canciller Merkel y el presidente Macron, en la cumbre del G-20 ayer, sea símbolo de la gran tarea y responsabilidad por delante, que no solo atañe a los políticos sino a cada uno de nosotros como ciudadanos, que en cada acto cotidiano podemos elegir entre el progreso o la barbarie, entre la responsabilidad o el victimismo, entre la verdad o la mentira, en definitiva entre el amor o el odio.
Que cada uno desempeñemos nuestra parte desde la mayor inofensividad, impersonalidad y olvido de uno mismo. Que tengamos los pies en la tierra y la mirada en el cielo. Que seamos parte del flujo incesante de la vida desde la alegría, el compromiso y la verdad.
Fundación ANANTA