Tras la convergencia del solsticio de verano, otra importante celebración de alcance planetario asoma en el horizonte colectivo: el inicio las Olimpiadas mundiales en Londres hoy 27 de julio. Avistamos las oportunidades y hacemos de ellas citas universales que revierten en el fortalecimiento interno de la familia humana. 80.000 personas se darán cita en el Olympic Stadium de Londres con motivo de la ceremonia inaugural. Miles de millones de seres seguirán también el acontecimiento a través de sus pantallas.

La fecha aparentemente mundana del inicio de estas Olimpiadas nos proporciona una preciosa oportunidad para  fortalecer la síntesis planetaria,  para  reforzar nuestros lazos humanos. Las Olimpiadas son sólo la excusa. El verdadero oro, más allá del que colgará del cuello de los/as deportistas premiados/as, es el clima de global cordialidad que se suscitará. El mayor galardón que se pueden llevar las delegaciones a sus patrias es haber contribuido a hacer realidad ese sueño de armonía humana durante dos largas semanas. Que gane éste o aquél, que tal país consiga tantos triunfos…, no deja de ser, a la postre, anecdótico. Las medallas descansan en las vitrinas, pero el espíritu de cooperación gestado, el oro de la unidad humana alcanzada es la garantía de un futuro global más armonioso y en paz.

Cualquier excusa es, por lo tanto, buena para promocionar esa conciencia de solidaridad entre las naciones. Hoy por hoy, el deporte constituye para ello un buen pretexto. El que los más altos ideales de compañerismo y universalidad sean promovidos en los actos, retrasmisiones, propaganda…, son los verdaderos triunfos de los Juegos. El sueño de concordia humana de dos semanas podría perpetuarse en el futuro. Los Juegos no son por lo tanto sólo lucha contra el tiempo, un reto por superar los límites físicos humanos, un empeño por aplastar records anteriores…, son por encima de todo ello, el desafío por ampliar los aún limitados márgenes unidad humana. La mayor plusmarca no es aquella que se bate en la arena de los estadios, sino en la pista cada vez más ancha de los corazones unidos.

La historia de la humanidad es una sucesión de esa suerte de sueños colectivos cada vez más ambiciosos, como aquel que hizo realidad el visionario Pierre de Coubertin al pie de la Acrópolis de Atenas, el 6 de abril de 1896. Un siglo largo después toca concretar otros sueños. El principio multicultural, de amistad y camaradería de la mayor fiesta deportiva puede universalizarse y estirarse más allá del magno evento deportivo. Las olimpiadas son trampolín hacia más caras quimeras, dan constancia de que si los humanos somos capaces de reunirnos en torno al deporte, lo somos también de hacerlo en otros aspectos de la vida.

Unámonos por lo tanto también internamente con el encendido del pebetero en el estadio principal olímpico de Londres. Unámonos en el comienzo de esa fiesta bien ganada de todas las naciones de la Tierra que constituyen las Olimpiadas.

  • Deseamos en el futuro, en orden a automatizar el trabajo,  difundir  estas comunicaciones de la iniciativa “One  calendar” únicamente a través de la “news letter” de la propia página http://onecalendar.org.  Podéis inscribiros por lo tanto de forma sencilla yendo a la sección de  “Sumarte” y rellenando un breve cuestionario, en su parte inferior derecha. Muchas gracias.