Vida Oculta es un nuevo prodigio de Terrence Malick y un film conmovedor, que entronca con la maravillosa trilogía formada por La delgada línea roja (1998), El nuevo mundo (2005) y El árbol de la vida (2011). Como siempre, la voz en off sirve de hilo para una larga conversación con Dios y con lo transcendente, invitando a mirar en el interior y luego (desde otro plano) al exterior. La riqueza de los colores, de los contrastes de luz, de los primeros planos, de los rostros, de la naturaleza en su esplendor, de la alegría y dolor humanos, es apabullante. La generosidad de la tierra y de la vida, siempre en primer plano. Pero también está en primer plano el errar del hombre, por ignorancia y por maldad, inmiscuyéndose en medio de la creación. Pero la textura de la hierba, del suelo, de la nieve, las nubes en la montañas, la moto que avanza en el reino de las nubes, son todas mágicas proposiciones que se imponen sobre el instante, y son así un atisbo de lo eterno, de la gracia y de la unidad. Como las otras películas de Malick mencionadas, Vida Oculta merece más de un visionado para descubrir matices y detalles, para hacer el círculo completo de una catarsis. Tengo a Terrence Malick como creador impersonal y visionario, que invita siempre a subir un peldaño y a no rendirse.
Joaquín Tamames