«Cuando meditáis y rezáis en silencio, acumuláis energías. Por eso, cuando inmediatamente después tomáis la palabra, esa palabra está llena, viva, activa: porque está llena de amor, de luz, de fuerza divina. Este amor, esta luz, esta fuerza divina es el Verbo que da su poder a la palabra. Primero pensáis, sentís, y eso es el Verbo. Después, buscáis la forma para envolver vuestro verbo, y esa forma es la palabra, las palabras que elegís en una lengua determinada para que los humanos os comprendan. Pero el Verbo encuentra inmediatamente en el mundo invisible su expresión apropiada para que todas las criaturas, incluso los Ángeles y los Arcángeles, lo puedan comprender.» 

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Beda the Preacher, 1946, pintura de Nicholas Roerich