“El verdadero espiritualista trabaja para una idea, pero para una idea divina, y es esta idea la que le sostiene, la que le recompensa. Porque esta idea está en relación con el Cielo, representa todo un mundo, y se encarga de aportarle gozo, entusiasmo, esperanza. Si no trabajáis para una idea divina, aunque vuestras actividades os aporten mucho dinero o consideración entre los humanos, no tendréis ni gozo, ni felicidad, porque no estáis conectados con el Cielo. Pero si trabajáis para una idea divina, ni siquiera tendréis necesidad de que se reconozca lo que hacéis, ni de que os lo reconozcan, os sentiréis siempre en plenitud.

Debéis comprender esto. Poner una idea divina en vuestra cabeza, trabajar para una idea divina, y veréis lo que esta idea hará por vosotros, incluso os prolongará la vida… Sí, no hay nada tan estimulante, ni tan exaltante como una idea divina, creedme, os hablo de algo que he verificado en mí mismo.”

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Kanchenjunga, 1936, pintura de Nicholas Roerich