«Al posarse sobre un objeto o un ser, cada rayo de sol le aporta algo vivo. Incluso las piedras necesitan de esta vida que reciben del sol. Porque las piedras, aunque inanimadas, están vivas. Esta vida es evidentemente más perceptible en las plantas que crecen, se multiplican y fructifican gracias a la luz solar. Y en los animales, los rayos de sol se transforman no sólo en vitalidad, sino también en sensibilidad. Finalmente, en los humanos, los rayos de sol se convierten en inteligencia, en razón. Porque es a partir del reino humano que la luz encuentra una acogida suficientemente completa para manifestarse como pensamiento.


El espíritu que os habla a través de la boca de los hombres y de las mujeres es pues una emanación de la luz solar. A través de ellos la luz piensa, habla, canta, crea. A medida que se abre camino en ellos, aparece bajo forma de inteligencia, de amor, de belleza, de nobleza, de fuerza.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86)