«A través de su Yo superior todo ser humano es una divinidad, y vive en una región muy elevada donde no existen enfermedades, ni sufrimientos, ni limitaciones, ni oscuridad. Pero esta vida que vive en plenitud en lo alto, todavía no la puede sentir ni manifestar, porque la naturaleza inferior en él no se lo permite. Ésta es obtusa, limitada, mal adaptada, mal ajustada, exactamente igual que un aparato de radio que no consigue captar ciertas frecuencias.


Las ondas que la Inteligencia cósmica propaga en las regiones sublimes son tan rápidas, tan cortas, y la materia con la que estamos formados es tan densa y tan opaca que no logra vibrar en sintonía con los mensajes divinos que se deslizan y pasan sin dejar huella. Mientras no hagamos un trabajo con nosotros mismos para afinar nuestra materia psíquica, no tendremos idea alguna de lo que somos allá arriba.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86)