«Cuando os concentráis en el más alto ideal, Dios mismo, que es belleza, luz, pureza y fuerza absoluta, se produce un fenómeno mágico: entre las fuerzas de vuestro ser y ese ideal, se teje toda una red de energías.

El ideal pone en acción las fuerzas ocultas dentro del ser, las despierta y las atrae hacia él. Hay polarización entre el ser y el ideal que, no solo sirve de término de comparación, de medida, de modelo y de muestra, sino que actúa como un factor mágico que activa las fuerzas de la consciencia, de la autoconsciencia. El ideal actúa sobre el mental con el fin de que aprenda a distinguir, a discernir, a clasificar y a reconocer lo que es perfecto. En el corazón, el ideal despierta el calor, el amor; y por él, la voluntad es estimulada y dinamizada. Es por tanto vuestro alto ideal el que aporta armonía, el que pone todas las células en consonancia con Dios mismo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: St. Panteleimon the Healer (1932), pintura de Nicholas Roerich