«Armonizarse es enviar una sonrisa, una mirada de amor, un cohete de amor, proyectiles de amor a todas las criaturas luminosas del espacio, diciéndoles: “¡Oh vosotros que pobláis la inmensidad, os amo, os comprendo, estoy en armonía con vosotros!”
Todavía no sabéis todo lo que podéis hacer con vuestro amor. Os conformáis con dirigirlo a unas pocas criaturas terrestres y, evidentemente, no está mal enviar vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestras miradas a los humanos, pero es muy poco, y ni siquiera es seguro que se beneficien de ello. Mientras que, si enviáis vuestro amor a las entidades sublimes, allí donde nadie puede haber notado que algo ha sido enviado al espacio, esas entidades, por el contrario, lo reciben, se alegran y os devuelven ese amor centuplicado. Este es el verdadero intercambio, la verdadera comunión, la fusión con el Alma universal.» Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Frontier of Tibet, pintura de Nicholas Roerich (1940