«Solo los que sienten amor hacia los demás deberían estar autorizados para preparar la comida, con el fin de no introducir en ella más que vibraciones armoniosas. Diréis: “Pero si los alimentos están frescos, sanos, si no contienen productos tóxicos, ya es suficiente”. Por supuesto, es verdaderamente deseable que los alimentos no estén contaminados, pero también es importante que las personas que los preparen sean conscientes de que, al pasar por sus manos, éstos reciben sus emanaciones y las transmiten a los que se alimentarán con ellos.

La comida se prepara con las manos, y las manos de una persona son los agentes mágicos que transmiten siempre algo de su propia quintaesencia. Los cocineros, los panaderos, los pasteleros y todas las personas que cada día preparan la comida para los miembros de su familia, deben conocer esta ley química, mágica. Así, se acostumbrarán a tocar los alimentos con la conciencia de que, lo que tienen entre sus manos, va a contribuir a la construcción del cuerpo de personas cercanas o lejanas, conocidas o desconocidas. Es esto una inmensa responsabilidad. Por eso, vale la pena que la comida sea preparada con el mejor estado interior, con pensamientos de salud, de paz y de luz para aquellos que la comerán. «

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino Primitivo, entre Fonsagrada y Grandas de Salime, 16 mayo 2023